Para mantener su absurdo secretismo al máximo, Apple pone a sus ingenieros recién contratados a trabajar hasta 9 meses en proyectos falsos. Para ver si se van de la lengua y ganarse la confianza de la empresa. Se supone que Apple gasta una fortuna en fichar a los mejores, y da por perdido el primer año de salario del empleado. Les sobra el dinero para hacerlo. Pero ponte en el lugar del empleado, ¿no es una situación un poco frustrante? ¿Qué pasa cuándo se enteran?
enero 2012
Iberia, Spanair… servicios low cost a precios high cost
Por primera vez en la historia de la aviación española, una aerolínea desbancó a Iberia como primera compañía en 2011, y esa fue Ryanair. Ahora, Spanair ha cerrado de la noche a la mañana (literalmente) tras no encontrar ningún socio que le sacara de la quiebra. Y no podemos echarnos las manos a la cabeza, porque es lógico.
Todavía recuerdo cuando, hace 12 años, volabas de Madrid a París y te servían un menú completo, refrescos y todo lo que quisieras. Pero los tiempos cambian y había que ahorrar costes: primero se suprime el menú, luego las bebidas que se sustituyen por un servicio a la carta con precios astronómicos, más tarde se limita el peso de las maletas y, sin darte cuenta, estás ofreciendo un servicio de aerolínea de bajo coste pero cuatro (o más) veces más caro.
Vale, en algunas rutas Ryanair vuela a aeropuertos tercermundistas (solución, Easyjet). Que tengas la maleta tan limitada puede ser un incordio (solución, comprar peso facturado). También molesta un poco estar en la cola para embarcar 45 minutos antes de que salga el vuelo (solución, Speedy Boarding o Priority Boarding). Aún así, pagando todos estos extras para volar como en una compañía «de bandera» la diferencia de precio sigue siendo abismal.
Personalmente, y tras haber probado unas cuantas, opino que Iberia es una de las peores aerolíneas que existen. Mucho peor que Ryanair o Easyjet. Procuro no volar nunca con Iberia pero, por desgracia, cuando vuelas con alguna de las compañías One World te puede tocar que alguna de las conexiones sean operadas por Iberia. Y casi siempre hay problemas. Mis experiencias:
Navidades 2008-2009. Vuelo Madrid – Nueva York con British Airways (antes de que se fusionaran) con escala en Londres. A la ida, el vuelo Madrid-Londres se retrasa. Primero un poquito, luego mucho, y más tarde ya es imposible realizar la conexión. Mostrador de Iberia. Tras una enorme cola porque un único empleado tenía que recolocar a todo el vuelo, nos recolocan. ¡En un vuelo directo! ¿Y las maletas y todo se vienen en este vuelo? Lo mira en el ordenador y nos dice que sí, que ya están cambiadas. El avión de Iberia se encontraba en un estado lamentable. Dos únicos televisores para proyectar la película en toda la clase turista y en nuestros asientos (última fila) la salida de audio estaba estropeada. ¿El entretenimiento? Escuchar a las cotorras de las azafatas que teníamos detrás y que cuando no estaban sirviendo montaban un Sálvame con nula discreción y poca profesionalidad. Aterrizas y las maletas no están allí. Nadie sabe donde están. Primer vuelo transcontinental y uno comete la novatada de no llevar maleta de mano. Resultado: a comprar ropa y a esperar a que las maletas lleguen. Se fueron por Londres, llegaron dos días más tarde, abiertas, y faltaban cosas.
Vuelta, Nueva York – Londres con British sin problemas. Avión del Siglo XXI, con entretenimiento a bordo y a años luz del de Iberia. Esto fue el día después de que Barajas cerrara tras una nevada. La conexión Londres – Madrid (operada por Iberia), obviamente, con retraso indefinido. Como son «condiciones meteorológicas» ni te atienden, ni te dan de comer, ni nada. El personal de Iberia en Heathrow desaparece y ya volverán cuando el vuelo vaya a salir, 12 horas después.
Verano 2010. Madrid – Chicago – San Francisco con American Airlines. Dos vuelos operados por Iberia, la ida (Madrid – Chicago directo) y el último tramo de la vuelta (Nueva York – Madrid). El vuelo de ida salió a su hora y fue relativamente normal si no fuera por la buena educación del español medio: avión repleto con un cargamento de padres camino de Disney Orlando a los que les daba igual que sus hijos estuvieran revoloteando por todo el avión molestando a los pasajeros. No era un niño, no eran dos, eran diez. Y a las azafatas de Iberia, como era de esperar (no sucede en otras aerolíneas), les daba igual. El JFK-MAD de la vuelta sí salió con bastante retraso, para no romper la estadística.
Verano 2011. Madrid – Sidney con British (ya fusionada con Iberia). Escalas en Londres y Singapur en unos vuelos de más 24 horas totales. Los Madrid – Londres estaban los dos operados por Iberia. El tramo Londres – Sidney fue con Qantas a la ida y con British a la vuelta. El Madrid – Londres de la ida fue el único vuelo 100% normal que he volado con Iberia. Aleluya. Lo de la vuelta fue toda una odisea que hará que no vuelva a volar más con British o con Iberia ni con ningún vuelo de escala que esté operado por estas dos.
Como uno no viaja a las antípodas todos los días te lo quieres comprar todo y no cabe en la maleta. Ves que al lado del hotel las venden a un precio razonable y entras en internet a ver cuánto te podría costar traerla de vuelta. En la web de British el precio por la segunda maleta son 50 euros. Razonable. Aunque todo esté bajo billete British, el último vuelo es de Iberia. Son la misma empresa. Pero bueno. En la web de Iberia el precio por la segunda maleta son 60 euros. Razonable. Maleta comprada, y a rellenarla. Día de regreso, aeropuerto de Sidney. Uno va feliz con sus dos maletas, las coloca en la cinta, y la señorita del mostrador teclea cuatro cosas y te mira con cara de pánico. -«Son dos maletas, ¿sabes que eso lleva sobrecoste?» -«Sí, 50 euros» -«No, porque el último vuelo es con Iberia. [teclea, mira] Son unos 100 euros por kilo, ergo como la maleta pesa 21 kilos, son 2.100 euros». -«¿¡Comooo!?» Comienza un diálogo de besugos entre un servidor, ella (una estirada) y su supervisora (una borde). «Es lo que pone en la pantalla de mi ordenador y son 2.100 euros». Tras intentar hacerlas entrar en razón, y con una desesperación creciente, saco el iPhone, entro en la web de Iberia, y les muestro como claramente indica que la segunda maleta son 60 euros. «Yo no entiendo lo que pone ahí, son 2.100 euros». A diez minutos de que cerrara la facturación, me ofrecen una solución. «Las mandamos a Londres por 50 euros y ya te las apañas ahí».
20 horas de vuelo más tarde, aterrizamos en Londres. Tiempo de escala menor de dos horas. Salir corriendo, pasar por inmigración, recoger la maleta e ir corriendo al mostrador de British (con quien contratamos el viaje). Les explicas la situación y la señoras te dan la razón. -«Qué barbaridad, cómo te han podido pedir eso, tienes toda la razón del mundo». -«Quiero poner una reclamación» -«Sí, sí, entras en la web y ya la dejas» (…) -«Vale, ahora mandadme las maletas a Madrid». -«La extra no te la podemos mandar, es un vuelo operado por Iberia, que te cuenten ellos». Iberia es el mostrador de enfrente. Son la misma empresa. En serio. En Iberia se la sopla todo, te cobran los 60 euros de la maleta extra. Pero no se quedan las maletas. Te dan un recibo para que vean que has pagado. Ahora vas a British y se las das. Al mostrador de enfrente. Qué son la misma empresa. En serio.
En definitiva, una experiencia horrosa, totalmente denunciable (British, misma empresa que Iberia, no cumplió las condiciones de su web ni de las de Iberia -enlazadas una a otra-) en un vuelo que no es low cost. La reclamación se resolvió con un «lo sentimos muchísimo, haremos lo posible para que no vuelva a pasar». Y ya. No le puedo recomendar Iberia ni a mi peor enemigo. Y ahora tampoco British. Son la misma empresa.
Por eso no me extraña que Iberia ya no sea la primera aerolínea de España. Y no me extrañaría que siguiera perdiendo cuota. Como si quiebra como Spanair. Sería lo normal. Sería lo lógico. Y no se destruyen tantos puestos de trabajo. Sólo hay que ver como Easyjet estrena en tres días cuatro vuelos diarios a Bilbao que cubren una de las rutas de Spanair.
Cómo China lucha contra el fraude fiscal en los servicios
La lucha contra el fraude fiscal parece ser una de las prioridades del nuevo ejecutivo. Hay muchos tipos de fraude fiscal pero sin duda uno de los más difíciles de detectar es el que realizan las pequeñas (o grandes) empresas o autonómos que prestan servicios a particulares por pequeñas cantidades de dinero. A saber, restaurantes, pequeños comercios, albañiles, pintores, etc.
Ya no se trata del famoso «con iva o sin iva» que tanto parece haber calado en la sociedad española o de la nueva medida que quieren implantar obligando a pasar por el banco para pagos de más de 3000 euros. Hablamos de ese restaurante que te da un ticket con su correspondiente IVA por poco más de 20 euros y que pagas en efectivo. Nadie te asegura que el comerciante vaya a declararlo o siquiera pagar el importe de ese IVA. Aunque en España existan módulos, lo «normal» es que este tipo de comercios dejen sin declarar una buena parte de sus ingresos. No hay inspector de Hacienda en el mundo que sea capaz de analizar los más de 10.000 tickets mensuales que puede generar un comercio y no existe manera física de verificar que estén todos los que son y que sean todos los que están.
En China, sin embargo, parecen haber dado con una solución que podría funcionar perfectamente en España: una lotería. La medida, que lleva años intentando implantarse en uno de los países -paradógicamente- más capitalistas del mundo, es obligatoria desde hace poco menos de un año y pretende luchar contra el fraude fiscal. En China el IVA sobre bienes ronda el 17% y el de los servicios está entre el 3% y 5% mientras que su «impuesto de sociedades» es del 33%.
El mecanismo es sencillo. Todos los tickets que emiten los comercios son estándares e iguales para todos. Incluyen el importe, el concepto, varios números de seguimiento fiscal… y un ¡rasca y gana! Así es, una lotería que reparte premios que van desde los 100 yuanes (unos 12 euros) a los 5000 yuanes por factura (600€ aprox.) ¿Quién no iba a pedir una factura si por una hamburguesa de 5 euros te puedes ganar 600? El estado tiene que asumir el coste de los premios, pero entre lo que aumenta la recaudación y ahorra en inspectores, le sale a cuenta. El comercio no sabe qué facturas están premiadas mientras que el estado, en cambio, sólo tiene que cotejar informáticamente las ganadoras al reclamar el premio. El efecto disuasorio (arriesgaste a no declarar una que puede estar premiada y tener que pagar una gran multa) hace que, al final, todos los pequeños comercios las acaben declarando todas.
El sistema no es obviamente infalible: en más de 10 días allí al vernos extranjeros sólo un restaurante nos ofreció la factura voluntariamente y otro al pedírsela. Pero, con sus fallos, es una de las soluciones más ingeniosas y razonables que se me ocurren.